La íntima relación en el trabajo de un diseñador gráfico con los signos tipográficos convierte el uso correcto de las letras en una parte fundamental de nuestra práctica profesional.
Esto es de fundamental importancia ya que el uso de las fuentes adecuadas dotará de personalidad a determinada producción gráfica. Es decir, ninguna producción visual será completa si no se dominan los aspectos tipográficos, lo que nos obliga a volver periódicamente a orientar nuestras prácticas con la búsqueda constante de nuevas fuentes.
Antes de comenzar a hablar sobre la relevancia que toma la tipografía en los proyectos gráficos es necesario abordar su significado. Las letras son signos gráficos utilizados dentro de los sistemas de escritura y su combinación resulta en la reproducción escrita del lenguaje. En su conjunto, las letras (o esta representación gráfica del lenguaje de la que hablamos) se vale de ciertos moldes preestablecidos (ya sean de manera análoga en los tipos móviles o de manera digital) es lo que llamamos tipografía. Es, por tanto, un poderoso transmisor de ideas e información, pues en sí misma es capaz de persuadir y reforzar un concepto.
Con esta definición dejamos claro que el papel que juega la tipografía en un diseño no es solamente lo que uno puede leer, si no lo que evocan sus formas, espacios, historia, etcétera; debido a que el tipo de letra y su morfología son capaces de comunicar ideas, sensaciones o emociones.
Jamás debemos subestimar el impacto que una tipografía puede ejercer sobre el resultado de nuestro trabajo como diseñadores gráficos, pues la equívoca selección puede arruinar un producto gráfico (incluso cuando se tiene un buen trabajo fotográfico o de ilustración) pues puede confundir en su forma o dificultar la lectura, al grado de modificar el mensaje.
Por tal motivo elegirla se vuelve un proceso complejo en el cual se deben tener en cuenta diversos factores desde su morfología hasta su contexto, por lo que abarca la realización de un análisis semiótico general sobre los signos tipográficos en las dimensiones sintáctica, semántica y pragmática:
Aspectos sintácticos. Los aspectos sintácticos se refieren a la morfología de los signos, abarcando su estructura general. La anatomía tipográfica, las variables que ofrece en sobre el cuerpo, tono, inclinación y proporción, entre otros aspectos.
Aspectos semánticos. Con esto nos referimos a la relación entre los signos y su significado.
Aspectos pragmáticos. Referentes al uso el funcionamiento de los signos tipográficos, a la relación entre los caracteres, y también a los referidos a los contextos de aplicación de los mismos.
El autor del blog Letritas, Juan Pablo de Gregorio, señala tres métodos para la elección de tipografías que van desde simples procesos preconcebidos que respetan estilos, hasta procesos mucho más complejos:
El método cerrado. Consiste en trabajar con una reducida cantidad de tipografías. Este método tiene el beneficio de que la selección se simplifica, sin embargo, la diferenciación y jerarquización se vuelve un poco complicada. De tal forma que la expresión se alcanza mediante el uso correcto de los pesos, tamaños, colores texturas y otros recursos gráficos.
El método directo. Este método se considera la salida fácil, debido a que se refiere a una selección de tipografías basada en un método muy literal. Te lleva a hacer una selección de “lo que el cliente espera ver”, la cual contiene procesos de análisis y conceptualización muy pobres. A partir de la elección no hay extracción alguna de conceptos asociados ni ideas complementarias.
El método abstracto. Al momento de realizar la elección es necesario acudir a conceptos indirectos relacionados con lo que se quiere comunicar, pues se busca ante todo brindar un diseño funcional que sea legible como base, y el resto de los requerimientos dependerán de cada proyecto. Es por esto que muchas veces acudir a lo obvio puede resultar desfavorecedor al comunicar demasiado en su forma, pero dejar ilegible el mensaje en sí. Habrá que considerar desde este punto factores como el estilo de la letra, el grosos, la inclinación de los trazos, las proporciones, etcétera.
La selección de una determinada familia lleva consigo una carga significativa fuerte. Es así que algunas familias transmiten formalidad otras, informalidad, seriedad, etcétera. Hay que entender que muchas veces no nos enfrentamos a una mala tipografía, si no ante su mal uso.
Todas las fuentes tipográficas fueron diseñadas con una personalidad y un propósito.
Las familias tipográficas son creadas con intensión, y es importante en el momento de su elección considerar que finalidad tendrá, qué ideas debe transmitir y en qué medio se utilizará, entre otros factores.
“Las fuentes no son iguales: presentan diferencias tenues pero cruciales. Hay algunas que funcionan bien en libros, pero no en periódicos. O en revistas, pero no en pantalla. O en señalización, pero en nada más. O que sirven para escribir en inglés, pero no en español, en alemán o en maya. Su trascendencia suele ser invisible para todos excepto para quien sabe de su poder y lo aprovecha para expresar estados de ánimo o sugerir los valores del emisor al público meta.”
-Cristóbal Henestrosa
Es así que la elección de la tipografía tiene que conjugarse armónicamente con el espacio, el color, la distancia, entre otros factores para que visualmente resulte agradable y funcional. Pero sobre todo debe ser congruente con lo que se quiere transmitir pues la tipografía representa el tono de voz con el que se transmite un mensaje, lo que puede significar que sea demasiado ruidoso o muy escaso el significado.